EL MAXIMO AJEDREDECISTA DEL SIGLO XIX *
10 julio, 2021ajedrezlatitudsur
Por Sergio Negri
"El más ínfimo peón de la partida entre Murphy y sus estrellas realiza su insignificante movimiento: pone en marcha una maniobra y se le barre del tablero. Puede concebirse que Austin Ticklepenny sirva todavía para el rompecabezas de un niño o las palabras cruzadas de un crítico literario, pero para el ajedrez ha pasado su día. No se da partida de revancha entre un hombre y sus astros” (Samuel Beckett, Murphy, 1938)
El jugador de ajedrez más genial del siglo XIX, al menos hasta que apareciera a su segunda mitad Wilhelm Steinitz (1836-1900), fue sin dudas el norteamericano Paul Charles Morphy (1837-1884). Y, sin embargo, lo suyo fue una ráfaga, que duró apenas un par de años en los que se dedicará al juego, un tiempo en el que vencerá claramente a todos los jugadores de la época que lo enfrentaron, primero en su país y, más tarde, en una Europa que se rendiría incondicionalmente al poder de su genio.
Morphy nació en Nueva Orleans, el principal puerto del río Mississippi, urbe multicultural que dio a buena parte de los músicos más famosos del jazz, donde se celebra el clásico Festival Mardi Gras. En sus orígenes fue un centro del comercio de esclavos que provenían de África, en lo que mucho tuvo que ver el hecho de ser un enclave algodonero. Una situación dramática puso en el radar a esta ciudad hace poco tiempo: en el 2005 fue devastada por el huracán Katrina, con su conocida secuela de muerte y destrucción.
Su padre era de origen español (el abuelo paterno era de Madrid) y, por la fecha en que ocurrió, si bien nació en territorio que luego será norteamericano, por lo pronto tendrá la nacionalidad española, ya que por entonces era territorio de ese país. Su madre, quien era una reconocida pianista, tuvo un origen francés, nación que desde fines del siglo XVII había tenido fuerte presencia en la región.
Por lo visto, sangre latina, además de la irlandesa que venía por vía paterna, corría por las venas de un niño que se crío en una familia económicamente acomodada. Además, había otros mandatos: el amor por la música de su progenitora (alguna vez el ajedrecista podrá recrear íntegramente una ópera que se estrenó en París, apelando para ello a su prodigiosa memoria) y el amor por las leyes que heredó por vía paterna (y ambos serán abogados).
Paul será el tercero de los cuatro hijos: la hermana mayor era seis años y medio más grande; le seguía un hermano de algo más de dos2 años y medio de diferencia respecto del futuro ajedrecista y, por último, tuvo otra hermana menor en dos años y fracción.
Habría que recordar, como se sugirió antes, y ese entorno íntimo del futuro ajedrecista era toda una evidencia, que esa ciudad era un crisol de culturas. La urbe fue fundada en 1718 como colonia francesa, mas tuvo un buen tiempo de dominación española (entre 1766 y 1801), hasta que volvió a manos galas. Finalmente Napoleón Bonaparte (1769-1821) cedió en venta a los EE. UU. los territorios más amplios a los que esa urbe pertenecía, integrándose a partir del 30 de abril de 1812 a la nueva nación en el marco del estado de Luisiana.
Es interesante recordar que los primeros exploradores de la región, en el lejano 1528, habían sido Álvar Nuñez Cabeza de Vaca (1490-1559) y Hernando de Soto (1500-1542). Este, más tarde, ya instalado en lo que por entonces aún era el imperio inca, será quien introducirá a Atahualpa (c. 1497-1533) en las reglas del ajedrez, gracias a lo cual, muy probablemente, el soberano se convertiría en el primer ajedrecista nacido en continente americano. O sea que de Soto, de alguna manera, es el factor eficiente que establece una línea imaginaria, en el tiempo y en el espacio, mediada por el ajedrez, que unirá a Atahualpa con Morphy.
El padre del jugador fue un destacado letrado, legislador e integrante de la Corte Suprema del Estado de Luisiana. Le gustaba el ajedrez, que practicaba con su hermano (un buen aficionado de la época). Lo cierto es que se cree que el niño aprenderá a jugarlo más bien por la fuerza de la observación, habiendo casi inmediatamente de vencer al progenitor, como puede derivarse de la lectura de estos versos:
“To teach the young Paul chess, / His leisure he´d employ; / Until, at last, the old man / Was beaten by the boy.”
El tío paterno, Ernest, era considerado el mejor ajedrecista de la ciudad, pero será rápidamente superado por su sobrino (incluso este lo vencerá a poco de andar sin ver el tablero). Más adelante, aquel será quien más lo impulse a seguir ese camino, mientras que su padre, en cambio, no habría de alentarlo ya que veía a la actividad como algo muy menor, una consideración que habrá de transmitir a su vástago, a quien alguna vez le dijo:
“Un caballero de buena familia sólo juega ajedrez por diversión y recibir dinero por mover unas cuantas piezas es indigno y propio de un tahúr”.
A los 12 años, en prueba de su talento temprano, vencerá en el mes de agosto de 1850 al fuerte jugador húngaro Johann Löwenthal (1810-1876) en un match a tres partidas, con dos victorias del niño y un empate.
Retrato de Morphy |
Durante los siguientes años Morphy, conforme algunos análisis que pusieron foco en su compleja personalidad, se pudo haber refugiado en el ajedrez en forma de intensa práctica, alejándose por un lado de las relaciones sociales (fundamentalmente las vinculadas a expresiones sexuales tan típicas de la adolescencia) mientras que, por el otro, le pudo haber servido de escudo protector de cierto estado de psicosis aún en cierne.
En ese sentido se ha explicado que, en años próximos, cuando su éxito en el ajedrez le planteará que ya dejará de ser la actividad lúdica que lo amparaba, para potencialmente convertirse en una profesión más exigente, ese muro defensivo que habría de construir con el juego, habría de derrumbarse, con sus inevitables consecuencias.
Por lo pronto, se dedicó a sus estudios, graduándose en el Spring Hill College de Mobile, estado de Alabama, en 1854, una institución católica de perfil jesuita, donde se quedará otro año estudiando matemáticas y filosofía.
Estudió derecho en la Universidad de Luisiana, una entidad por entonces pública que, tras la Guerra de Secesión, se transformó en un ente privado y laico, tomando el nombre de Tulane. Allí Morphy se habrá de recibir prontamente: se decía que, durante sus estudios, memorizó el Código Civil del Estado, demostrando una capacidad innata que, evidentemente, le fueron también muy útiles para el ajedrez; y también para la música, de la que será un entusiasta aficionado en su carácter de espectador, y para los idiomas, habiendo aprendido a los veinte años cuatro lenguas que hablará fluidamente.
Justamente, el hecho de que obtuviera su graduació antes de cumplir la edad exigida para ejercer la profesión (que era de veintiún años), le dio la posibilidad de dedicarse al ajedrez, en un hiato de casi dos años, en espera de poder comenzar la actividad laboral.
Teniendo veinte años se consagra campeón de los EE. UU., al triunfar en el denominado First American Chess Congress que se realizó entre el 6 de octubre y el 10 de noviembre de 1857, bajo la modalidad de matches por eliminación, en la ciudad de Nueva York, en los que participaron dieciséis ajedrecistas de todo el país. En principio no iba a asistir, pero terminó por aceptar la invitación, siempre a instancias de su entusiasta tío.
En la instancia final, a la que accede tras fácilmente desembarazarse de sus rivales en etapas previas, confronta con el reconocido jugador alemán Ludwig (Louis) Paulsen (1833-1891), quien pudo participar ya que la competencia era para residentes y no sólo para nativos, imponiéndose tras cinco triunfos, dos tablas y una derrota.
De ese modo Morphy se convierte en el segundo campeón norteamericano de la historia. El primero se había consagrado en 1845, Charles Henry Stanley (1819-1901), un residente que era de nacionalidad inglesa.
Avalado por este gran triunfo, se genera un desafío para que el inglés Howard Staunton (1810-1874), la mayor figura de ese país, y a quien se consideraba un virtual campeón del mundo en la pasada década del 40, fuera a los EE. UU. para enfrentarse. Como este no acepta, y simétricamente propone que en todo caso el encuentro se haga en Europa, será Morphy quien rumbeará para el Viejo Continente.
En Londres se lo recibe primero con algo de expectación, ya que no se sabía con certeza la capacidad de su juego. Pero, con el tiempo, tras sus triunfos y sesiones de exhibición que resultaron tan impactantes como extraordinarias (sobre todo las simultáneas a ciegas), se lo verá casi como si de un fenómeno se tratase.
Su principal objetivo era, por supuesto, confrontar con Staunton, quien pese a sus pergaminos exitosos de otrora había de alguna manera defraudado a sus seguidores al no poder triunfar en el Torneo que en 1851 se organizó en la ciudad de Londres.
En la isla lo recibe al norteamericano el St. George´s Chess Club, entidad de la que Staunton era miembro. Al arribo de la figura invitada, este se las ingeniará para no aceptar el convite, una y otra vez, oscilando desde una primera etapa en la que parecía subestimar a su rival para, más tarde, evidenciar implícitamente el temor a una derrota al apreciar su poderío. Comenzaron las desinteligencias, los malentendidos y, de alguna manera las excusas.
En una primera misiva el inglés pidió tiempo para prepararse. A partir de allí, habrá un intercambio epistolar en un sentido y en otro (que era puntualmente recogido en los diarios de la época, por ejemplo en el Illustrated London News, en el cual Staunton era editor de la columna sobre ajedrez), incluyendo adicionalmente la publicación de algunas cartas anónimas de terceros (amigos de cada parte), generando más confusión que solución a la propuesta concreta de que se generara el esperado match entre ambos.
En se contexto la discusión pasó de la expectativa al estancamiento, y de esta al fracaso. Hubo problemas con las condiciones económicas (compatriotas de Morphy aseguraron una suma para ponerla en juego en la ocasión, que pasó de 1.000 a 500 libras esterlinas), con la probable oportunidad y sede del encuentro para, en definitiva, decantar en cuestiones que comenzaron a rozar asuntos personales. Staunton dijo que Morphy se daba excesivos aires de importancia y este replicó que había que “jugar y no hablar”, aumentando la inquina entre ambos.
Retrato de Staunton |
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